Tras cuatro años de graves problemas económicos, endurecimiento de políticas neoliberales, reactivación de las ideologías dominantes y ajustes sin fin, me ha parecido necesario un cambio de título. Estamos en una profunda depresión, no sólo económica sino también de las aspiraciones sociales. Más o menos como un Titanic con una capitanía inútil, inmoral y desnortada, con una primera clase tratando de salvarse a costa de la segunda y tercera clase, con la destrucción de valiosos instrumentos de salvación.