Si se te acaba la acuarela, dale con tinto de Barrantes. Que la mancha del vino de Barrantes es de las que se le resisten hasta a la insufrible señora de El frotar se va a acabar lo sabíamos todos. Lo que no sabíamos era que la mancha, bien puesta en el lugar adecuado, puede llegar a convertirse en arte. Pues eso es lo que hace Abel Barandela, que si en el aspecto formal de su obra es bastante tradicional, en el matérico es un auténtico innovador y al mismo tiempo, un etnógrafo de las materia prima, así como un tipo con recursos.