Ludwig Wittgenstein, uno de los pensadores más venerados del siglo XX, desarrolló su compleja personalidad en el decadente esplendor de la Viena que vivió el fin del Imperio Austrohúngaro y en el seno de una familia de marcadas tendencias suicidas, artísticas y geniales. Un alumno, tan solo seis días mayor que Lucki, era Adolf Hitler. Es poco probable que en aquel entonces Ludwig y Hitler llegaran a intuir el potencial ascenso del otro. A Hitler sus profesores no lo veían como un futuro Führer, sino como un zopenco problemático.