No se sabe exactamente cuando surgió la producción de queso; sin embargo, hace más de 12.000 años en Europa y en el este de la cuenca mediterránea, ya se había iniciado el pastoreo, en particular de uros (una especie de toros salvajes). La leche de éstos se ponía, para calentar, en odres sobre piedras calientes. En ocasiones, esta leche se transformaba en una pasta que, separada del residuo líquido, resultó ser comestible.