Tras años de despidos, recortes presupuestarios y mayores demandas sobre los trabajadores que se quedan, los lugares de trabajo se han convertido en un importante caldo de cultivo de esta afección, cuya presencia va en aumento. Este trastorno suele verse acompañado de sentimientos de agotamiento, cinismo e ineficacia en el trabajo. Aquellos empleados, una vez ambiciosos y llenos de energía, se muestran menos dispuestos y desarrollan un trabajo de menor calidad. Los investigadores de la Universidad de Zaragoza, Jesús Montero-Marín
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