Sin manual de instrucciones

La miraba absorto mientras pensaba, sin saber muy bien qué decir. ¿Me habían vuelto a mentir? Yo escuchaba y ella hablaba, quedando en silencio aquellas preguntas que me lanzaba. No existe un manual de instrucciones para este tipo de relaciones.

Comenzó a hablar de sentimientos, de emociones; empezó a hacer preguntas, a elaborar planes de futuro en las que aparecía conmigo en una casa, un perro, niños… No era la primera vez, aunque me aseguraron que con ella esto no ocurriría; sólo lleva en casa un mes.

Busco el número en la agenda, parece importarle poco que no le haga caso, pues no calla ni si quiera cuando me coloco el móvil en la oreja mientras desisto de escucharla: “Buenas tardes, ¿garantía? Sí, ha vuelto a ocurrir, mi robot de compañía ha vuelto a sentir”.