Orient Express

La exposición a un veneno genera resistencia. Es un hecho médico.

La joven arreglaba su maquillaje, sacó su barra de labios carmesí. La que usaba en las ocasiones más especiales, aquellas en que un beso sellaba una emoción, un destino.

Regresando al vagón restaurante del Orient Express sonrió. Tanto lujo, tanta decadencia. El tono cobrizo de su vestido resaltaba con las cálidas luces de esa velada.

Un cambio súbito en su equilibrio. El tren tomaba una curva. Unas fuertes manos sujetando su cintura. Su cita mirándola a los ojos, la viril sonrisa derritiendo su alma. Iba a besarle, era el momento. Una sensual mirada. Una boca entreabierta.

Sus labios se fundieron, y las letales toxinas del carmín de labios inundaron la boca de su acompañante. Aturdido, se dirigió a su mesa, mientras ella sonreía. Siempre recordaría ese beso. Ella jamás olvidaba los rostros de sus objetivos. 

Otra misión exitosa.