No es enero el maldito

Día de Reyes, la tradición que siempre viví en casa fue que el día seis había chocolate con roscón, la casa era muy modesta, el olor a chocolate, el soniquete del sorteo de lotería, los regalos que esperábamos impacientes, mi hermano y yo, hacían de ese día algo muy especial. Esa tradición la repito todos los años en mi casa, intentando que mis hijos sientan todo aquello que me hacía feliz y que despertaba en mí tantas emociones, pero, todo se queda en el intento. Aquella sociedad en la que todos nos conocíamos ha dado paso a una mucho más individualista, en la que cada uno mira por sí mismo. Quizás en los pueblos esa cercanía no se haya perdido, pero en las metrópolis, ese acercamiento con el vecino o con la comunidad se ha perdido casi por completo. Así que, no, no es enero el maldito, hemos hecho que enero sea maldito por nuestro egoísmo, por convertirnos en una sociedad en la que lo único que es valorable es el dinero y la apariencia, dejando de lado todo aquello que nos hace humanos y que de vez en cuando, cuando la tragedia es inmensa y cercana, parece despertar de nuestro interior. No, enero no es maldito, los malditos somos nosotros por haber hecho de enero, febrero, marzo... malditos.