El tren se detuvo en la aduana. Un guardia revisó mis papeles y señaló un sello borroso.
—Falta el pago del arancel —dijo.
Le ofrecí dinero. Negó con la cabeza.
—No es dinero.
Le di mi libro favorito.
—No es un objeto.
Entonces, susurré un recuerdo. Me dejó pasar