Me despierto en la mañana del sábado.
Son las 9:30.
Hay cosas que hacer, pero cierro los ojos.
Los abro.
Son las 11:30.
Voy al sofá.
Planifico ducharme, desayunar, comprar en la frutería e ir a recoger en mano unos juegos de mesa que he comprado de segunda mano a las 13:00.
Me levantó del sofá, desayuno y decido que me ducharé por la tarde.
En la frutería el frutero se asombra de lo lucrativa que está siendo la mañana y de que no quedan plátanos ni calabacines blancos. "Si seguís comprando así hoy cierro antes". "No hay manera de acertar".
Saco el coche del garaje. Voy a atento al Google Maps. Me equivoco de entrada en la autopista. Veo una densidad sospechosamente alta de vehículos. "Son tres carriles. Voy a ir por el de la izquierda que va más fluido.".
Cinco minutos después se desvela el misterio. Hay un vehículo parado, en un ángulo discordante, taponando el carril derecho. A partir de ahí se circula como la seda.
Vuelvo a casa con mis nuevas adquisiciones: Lovecraft Z y cielos de metal.
Habrá que comer algo.
Me preparo arroz con pollo y tomate. Empiezo a beber una botella de Priorat 2016 que tenía abierta de ayer.
Acabo de comer apurando los posos de la botella.
Me he sentido feliz, pero estoy mareado. Me echo una siesta a las 16:00.
Es un sábado muy productivo para tener 40 años.