Mal que bien todo llega.
A menudo consideramos los cambios inquietantes.
Lidiando con la rutina en conocida y fingida esperanza.
Decimos lo que nunca sentimos.
Iremos en buena dirección si expresamos lo que solemos ocultarnos.
Todos nos conocemos bien.
O no.
En las cabezas de algunos se suele cocer algo.
Nunca sabremos lo que está por llegar.
En el fondo, sabemos lo que no nos merecemos.
Renunciamos a las certezas.
Otro más por delante, aunque para algunos, sin saberlo, será el último.