Está tratando con una dama

A la luz del amanecer, filtrándose tímida por la ventana, se compuso con esmero el vestido. Una de sus uñas limpió a la otras. Untó la yema de los dedos con saliva y alisó sus cejas. Cuando terminaba de ordenarse el cabello escuchó a los carceleros venir por el pasillo.        

                   Frente a la sala de interrogatorios, recordando el dolor, le temblaron los muslos. Después la encapucharon y cruzó la puerta. Allí dentro estaba la misma voz del día anterior. Los mismos pasos del día anterior se aproximaron a la silla trayendo la voz, humana, hasta pegarla a su oído.         

                 -¿En qué estábamos ayer, señorita Jiménez?        

               – En que usted debe recordar que está tratando con una dama, dijo ella.             

        Un golpe le cruzó la cara. Sintió que se desgarraba la mandíbula.             

               -¿En qué estábamos, señorita Jiménez?         

        En que usted debería recordar  que está tratando con una dama, dijo ella. 

José Leandro Urbina