Jazmín es minúscula y delgada. Cuando habla casi nunca mira a los ojos. Prefiere mirar hacia el frente, no importa si a pocos centímetros de ella hay un obstáculo (en este caso yo) o se extiende el lecho de cemento por el que discurre, silencioso y pestilente, el Río Tijuana. -- Al hogar de Jazmín se llega bajando por alguna de las entradas pedregosas que llevan hasta el enorme canal conocido en Tijuana como El Bordo, con la ocasional jeringuilla vacía crujiendo bajo los pies. O deslizándose por las paredes que descienden en pendiente...