Era obvio: perdieron la apuesta los que dijeron que este año no sería neceasario explicar el mecanismo de las campanadas, porque los españoles son capaces de acordarse de cómo marcha la cosa de un año para otro.
Por lo demás, el duelo de presentadores estuvo ajustado:
Las putas intentaron ser un poco más putas. Las llorosas, un poco más sentidas, corazón en mano. Los sensibles, un poco más maricas, mirada al frente. Los responsables, un poco más repulsivos en su venta de superioridad moral, y los palmeros políticos, un poco más rastreritos, como Gollums con lorzas.
Fue como se esperaba, pero peor.
Fue como se temía, pero con más lagrimitas, más homenajes, más almíbar y más arrugas. Según rumores que nos llegan, van ganando los de la lagrimita a las del escote, pero nunca se sabe.
Esperamos el veredicto en breves minutos.