A un obispo le da un ataque de sinceridad

La iglesia católica suele justificar la existencia de la asignatura de religión mediante artificiosos juegos de palabras que tratan de diferenciarla de la catequesis que imparten en las parroquias para convencer a niños intelectualmente indefensos de que sus dogmas son verdaderos. 

Claro que, si el objetivo de esta asignatura no es inculcar la fe en las creencias católicas, sino instruir en el significado cultural del hecho religioso, como conocimiento necesario para todos los alumnos, no se entiende que los profesores deban recibir del obispo correspondiente la 'Missio canonica', un documento donde el obispo de la diócesis expresa su confianza en ellos y les autoriza a impartir esa asignatura en colegios e institutos. Tampoco se entiende que sea la propia jerarquía eclesiástica la que elabore el temario. Algo claramente innecesario e imposible si, como es más natural, el hecho religioso se estudiara transversalmente en diversas disciplinas: Filosofía, Historia, Literatura, Arte…

Incluso considerando cierto el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, otra cosa bien distinta es que esa tarea de inculcar creencias religiosas indemostrables en las moldeables mentes de los niños deba ser sufragada con el erario.

Pero, como bien sabe la sabiduría popular, quien tiene boca se equivoca, y la constante atención a los medios de comunicación de los obispos, necesaria para justificar sus privilegios ante la opinión pública, no hace más que aumentar la probabilidad de perder la ocasión de callar y así no meter la pata.

El obispo de Sigüenza-Guadalajara, el asturiano Atilano Rodríguez, ha dicho a los políticos que mantener la religión en las escuelas es necesario para el relevo generacional de los curas y religiosos que dirigen la iglesia católica. Algo que, para el obispo, es imprescindible para afrontar con éxito el reto de revertir la paulatina disminución de feligreses. Unas declaraciones que solo pueden deberse a un despiste mental o lapsus linguae al haber sido realizadas en un contexto diferente al de la educación

El obispo ha llegado incluso a exigir (sic) a los políticos que mantengan la enseñanza religiosa en los planes de estudios. Una postura que deja claro que la jerarquía católica tiene interiorizado que los privilegios heredados del franquismo a través de los preconstitucionales acuerdos con el estado Vaticano (un inacabable eufemismo para evitar la palabra concordato de indeseable recuerdo) son un derecho histórico y divino que no se les puede arrebatar.

Por tanto, la iglesia católica puede retorcer todo lo que quiera los argumentos, pero el objetivo de la enseñanza religiosa en la escuela es simplemente ganar ovejas para el rebaño, proselitismo puro y duro pagado con dinero público.

Es un caso más del famoso test: Si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato.

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