A las altas horas de la noche del 13 al 14 del actual, los habitantes del castillo de Oltenchein, sito en un hermoso paraje á orillas del Danubio, á pocas leguas de Viena, despertaron sobresaltados por el ruido de continuados disparos de fuego, que por la proximidad del sonido parecía que tenían lugar en el parque del castillo y debajo de las ventanas.
Los criados del castillo, con las convenientes precauciones, salieron unos al parque, y otros recorrieron las habitaciones del piso bajo, que era hacia donde se sentían principalmente los disparos.
Al penetrar en una de las habitaciones destinadas al hijo del conde de Gondenhore, dueño del castillo, en la que ordinariamente dormía, pero donde no se hallaba aquella noche, encontraron las ventanas acribilladas de balazos y que algunos proyectiles se enclavaron en los muebles destruyendo varios objetos.
¿De quién procedía tan extraña y terrible agresión?
No era ciertamente de ladrones ni bandidos: dos lindas jóvenes francesas, Miles. Elvira Renneville y María Damaín, actriz muy apreciable la una y relacionadas ambas con la creme de la sociedad vienense, eran las únicas autoras del ataque dirigido contra el castillo de Oltenchein.
Una venganza de amor contra el hijo del castellano las impulsó á penetrar en el parque, ansiando ambas la muerte del ingrato. Después se suicidaron, disparándose ambas un tiro de rewólver en la sien.
Sus cadáveres, cogidos de la mano, fueron encontrados por la servidumbre del castillo debajo de la ventana contra la que habían hecho los disparos. A su lado había cuatro rewólvers.
El joven conde de Oltenchein, contra quien se dirigía la agresión, había salido aquella tarde para Viena.
La Vanguardia. (Viernes, 23 junio 1882.)