Durante el siglo XIX, la ciudad de Nueva York consolidó su posición como la ciudad más grande y dinámica de Estados Unidos, convirtiéndose en una metrópolis bulliciosa que atraía a figuras influyentes y empresarios ambiciosos. A pesar de su progreso, la ciudad enfrentó desafíos importantes, entre ellos la infame barriada de Five Points y los violentos disturbios del reclutamiento de 1863. Sin embargo, incluso frente a estas adversidades, la ciudad de Nueva York se expandió y floreció.