No es un detalle cualquiera. Nadal no rompe raquetas. Ni la mayor de las rabias contenidas provoca esa necesidad de destruir su arma de trabajo. Cuenta Toni Nadal, su tío y entrenador, que le negó ese gesto. No podía permitir que como ídolo de masas mande ese mensaje de frustración a sus pequeños admiradores, que seguro no tenían una marca deportiva detrás que le suministre material ilimitado.