En el corazón de Europa, donde el bullicio urbano y el estrés cotidiano parecen imposibles de evadir, existen oasis de tranquilidad donde el ritmo de vida se adapta al susurro del viento y el murmullo del mar. Son las islas europeas libres de automóviles, verdaderos paraísos terrenales donde el tiempo se detiene y la naturaleza recupera su dominio.