Tras el trágico hundimiento de un velero donde viajaban ilustres economistas, quedan náufragos en una isla desierta Von Mises, Rothbard y Keynes. Recorriendo la isla en busca de una fuente de alimentos, encuentran pastando a una vaca.
Al verla, Mises levanta desesperado los brazos bloqueando el paso de sus compañeros hacia el animal. Exclama: “¡No matemos a la vaca todavía, debemos guardarla para más tarde, cuando hayamos sido capaces de construir el capital necesario para la tarea!”
Rothbard, que ya ha cogido una piedra a modo de arma, mira a Mises con el ceño fruncido: “Y una polla. Si puedo matar a la vaca, soy el dueño de la comida”.
Keynes, apartándose unos metros atrás, reniega con la cabeza mirando al suelo. Levanta levemente su mostacho y se escucha: “Compis, os estáis centrando en el asunto de si matar o no a la vaca, pero olvidáis un problema mayor... ¿y si no tenemos suficiente hambre para comérnosla toda?"