La tarde del 12 de septiembre de 1921 alrededor de las tres de la tarde en el horizonte se comenzaron a dibujar diversas siluetas de lo que parecían buques de guerra que navegaban en demanda de puerto. A medida que se acercaban a la costa poco a poco se comenzaron a percibir más detalles de estos visitantes, la mayoría de los buques eran de pequeñas dimensiones, algunos de ellos dejaban atrás una larga humareda, otros en cambio eran difíciles de identificar debido a su escaso tamaño aparente; no obstante uno de ellos, el más grande y extraño en apariencia no dejó indiferente a nadie, era el buque de salvamento y rescate de submarinos Kanguro.