La utilidad del caniche como perro guardián

Es lo que hay amigos. Si criamos caniches, porque no nos gusta la violencia y porque creemos que nuestros vecinos son honrados y nunca van a venir a robar nuestras ovejas o a asaltar nuestra casa, pues resulta que, con el tiempo, cuando llega un vecino cabrón, tenemos caniches defendiendo la verja. Y nos dan mansamente por el culo.

En León tenemos mastines, y hay quién dice que eso es cosa de gente agresiva que no respeto a los lobos. Y es verdad, oye, porque en cuanto aparece un lobo, le echamos los mastines, y si el lobo está cojo, como uno que vi, pues allí entrega su pellejo, sin más formalidades.

Y eso sucede, mira qué pena, porque los lobos tienen derechos, pero nosotros no criamos caniches. Y así, sin necesidad de mucha más retórica, se mantiene cierto equilibrio en el monte.

A nivel internacional estamos hace tiempo en la misma tesitura. Todos, empezando por mi, somos pacifistas. Ninguno estaría dispuesto a alistarse para defender las fronteras, y menos aún a que se llevasen a nuestros hijos a defender esas fronteras. Ni de puta coña.

Pero lo cierto es que, si tu vecino cabrón lo sabe y te toma la medida, no hay nada que puedas hacer para impedir que se comporte como le salga del mismísimo forro de los cojones. Le puedes poner sanciones económicas, es cierto, pero eso viene a ser como dejar de criar ovejas para que el lobo no coma: te jodes tú también. Y además, las sanciones económicas, sobrepasado un punto, hacen pensar al que las recibe, que jodido por mil, jodido por mil quinientos, lo que no deja de ser un incentivo a volverse aún más violento.

La gran pregunta, entonces, es a qué punto hay que llegar de paciencia antes de pararle los pies al violento, y cómo se le van a parar si nosotros hemos criado caniches. Y la pregunta surge tarde o temprano cuando el que usa la violencia ve que la violencia funciona y nadie se le opone.

Así que en esas estamos, amigos. ¿Qué país tiene que invadir Rusia para que nosotros estemos dispuestos a que alisten a nuestros hijos? Mi respuesta está clara: hasta que no lleguen a Astorga, ni de coña.

Y es una respuesta de perdedor.

Pero yo al menos lo sé y no voy contando milongas.