Que la cosa es que estamos por igualar los pechos de los hombres y las mujeres, en las piscinas y en la playa, pero me pregunto yo si un tío puede denunciar a alguien por agresión sexual si le echan mano al pectoral.
Porque si es que sí, entonces estamos en que la sexualización del pectoral es equivalente, y si estamos en que no, resulta que queremos mezclar churras con merinas, y hacernos los gilipollas para convertirnos en víctimas, tocar los huevos, o reclamar un poco de casito, cosas todas muy equivalentes en este mundo donde vale la pena que te corten los brazos para que alguien te considere a la altura de la Venus de Milo.
Y el caso es que mí me parece muy bien que cada cual muestre lo que le dé la puta gana, pero lo gracioso es que si luego miras a esa persona eres un baboso y un degenerado, porque reclaman su derecho a mostrar y al tiempo tu obligación de no mirar, cosa totalmente incongruente, porque existe, digo yo, el derecho a mirar lo que te dé la gana, dentro de lo que se muestra.
A lo mejor habría que reclamar un día esos derchos: mirar por la calle y en los espacios públicos cualquier cosa que se muestra. Un edificio, una teta, un culo, un paquete, o un nido de gorriones. De lo contrario, vamos por el camino de que tus tetas me obligan a bajar la vista, y el caso es que soy partidario de que muestres lo que te parezca, incluso la desnudez completa, pero sin imponerme a mí obligaciones.
O sea que, creo yo, haz lo que buenamente te parezca y deja a los demás que hagamos lo mismo. Y si te incomoda que miren, no muestres. Y al que le incomode que muestres, que no mire.
Simple lógica