Rodearte de gente monotema, cerrada y obtusa, con récias raíces en su círculo de confort, te crea o fuerza una identidad.
Para encontrar tu propia identidad, saber quién eres, tienes que alejarte de lo que conoces, sobre todo si resulta tan familiar.
Temo que eso significa alejarte de tu lugar natal, círculo de amigos, familia y, principalmente, de tus costumbres.
Nos hemos ido definiendo a partir de lo que hemos visto o nos han contado otros. Esa especie de instinto de supervivencia es un lastre cuando ya nos valemos por nosotros mismos.
Toca despojarse de quienes somos para saber quiénes somos.