Es evidente que toda democracia es perfectible. Siempre hay procesos, instituciones o normas susceptibles de ser mejoradas, en aras de apuntalar las bases de nuestro sistema político. Pero, casi cuarenta años después de la aprobación de la Constitución de 1978, la democracia española está bien.
Así lo acredita el último informe del servicio de estudios de la revista The Economist, que califica el grado de democracia de 167 países y jurisdicciones, con el ánimo de determinar el grado de libertad o de autoritarismo que rige en cada uno de ellos