El escándalo ha llegado al Senado australiano, donde han pedido que se investigue a la división de la compañía. En 2011 una periodista denunció que un fallo permitía acceder a información privada de millones de clientes y se vendían en el mercado negro. Desde Vodafone se intentó identificar a la fuente anónima que filtró los datos rastreando el teléfono de la reportera. La multinacional ha negado cualquier "conducta impropia" a pesar de correos de empleados que evidencian que engañaron a las autoridades.
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