En 2012 el alcalde de Tallin, Estonia, decidió que el transporte público fuera gratuito para los residentes de la ciudad, pero no para los visitantes. En 2015 las cifras mostraron un aumento en el uso del transporte público de sólo el 7%. Los experimentos de Bolonia, en Italia (1973), y de Hasselt (1997), en Flandes, tuvieron más éxito. En estos casos, la medida se acompañó de importantes inversiones para fomentar el transporte colectivo.
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