Del mismo modo que el anonimato envalentona al ser humano, la notoriedad pública impulsa el efecto contrario. Cuando nos sentimos vigilados, activamos los diversos mecanismos de alerta y normalizamos nuestro comportamiento. Por culpa del Big Data y de la interconexión digital, este efecto de atenuación se está potenciando a límites realmente preocupantes. Cualquier acción personal es rastreada y monitorizada desde que nos despertamos hasta que nos acostamos, incluido los ritmos circadianos del sueño en nuestro descanso. Todo es convertido en r
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