De tanto hablar de los sesgos ajenos, se nos va a olvidar que los primeros en fallar fuimos Dice el refrán que ningún camello se ve su joroba. Esto también es verdad cuando hablamos los sistemas de decisión basados en aprendizaje automático, que, por supuesto, ignoran sus defectos. Un conjunto de algoritmos modelado para reconocer caras no tiene -en principio- manera de percatarse de que está clasificando peor los rostros de personas de ciertas minorías étnicas. Nos corresponde a nosotros arreglarlo, y estamo
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