En un mundo en el que muchos vivimos pegados a nuestros teléfonos inteligentes, Dulcie Cowling es una especie rara: se ha deshecho del suyo. Esta mujer de 36 años decidió a finales del año pasado que dejar de lado su smartphone mejoraría su salud mental. En Navidad, les dijo a su familia y amigos que lo iba a cambiar por un viejo Nokia con el que solo podría hacer y recibir llamadas y mensajes de texto. Recuerda que uno de los momentos cruciales que la llevaron a tomar tal decisión fue un día en el parque con sus dos hijos, de 6 y 3 años
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