Levantaba del suelo más o menos lo mismo que un triciclo y a simple vista más parecía un juguete para niños que un arma mortífera, pero cuando en plena Segunda Guerra Mundial los nazis tuvieron que decidir cómo bautizar el SdKfz —su último dispositivo para atacar con explosivos a objetivos aliados— optaron por un nombre épico y de resonancias bíblicas: Goliath. Con el tiempo, para las tropas británicas se convirtió sin embargo, simple y llanamente, en el “tanque escarabajo”.
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