Elena Salgado, presidenta de la patronal del sector TIC, la Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC), es un claro ejemplo del fenómeno denominado puertas giratorias. Gallega, hija de político y terratenientes, fue varias veces ministra con el PSOE con diferentes responsabilidades en múltiples carteras del gobierno llegando a ser vicepresidenta segunda. Ha fluctuado entre responsabilidades de gobierno y empresariales, pasando en una ocasión por el sector energético, un clásico en este fenómeno.
Con semejante currículum, y teniendo en cuenta su actual responsabilidad en la patronal, es también ejemplo de cómo el Estado es conformado como un gestor de los intereses de la clase dominante, los empresarios, pues en su trayectoria, tanto dentro como fuera de la política, siempre ha defendido, como sigue haciéndolo en su actual cargo, a los intereses de su clase de origen, y muestra a las claras el vacío de significado de la sigla 'O' del partido con el que ha hecho carrera. Es un ejemplo de uno de los mecanismos, junto con el de la corrupción, con los que la clase dominante se asegura el control de la sociedad: colocar en los puestos de responsabilidad estatales a los miembros de su clase, y que explican la actual situación de precariedad laboral, retrocesos en derechos y cobertura social pública que sufre la clase trabajadora, y que tanto beneficia a los suyos.
Otro ejemplo flagrante de puertas giratorias que ha acabado en el sector de la consultoría es el caso de Eduardo Serra, ex alto cargo o ministro de defensa con UCD, PSOE, y PP, y que finalmente ha aterrizado en NTT Data (Everis) desde donde patrocina la guerra de Yemen acumulando beneficios por la venta de armas al régimen teocrático de Arabia Saudí o Israel entre otros.
Por su parte, recientemente la presidenta de la AEC ha protagonizado los titulares de los medios de comunicación con la teatralización de la ruptura de las negociaciones del convenio del sector TIC,
Para hacerlo, ha utilizado unos argumentos tan absurdos que muestran el grado de soberbia e impunidad con el que se sienten, sin la menor intención de justificar su negativa a romper la negociación, sabedora del beneficio que les otorga dilatarla sine die en el actual contexto de inflación desbocada, y de la posición de privilegio que le confiere tener un estado al servicio de su clase, con leyes y justicia favorables a los empresarios, y con el control de los trabajadores, al tener a los sindicatos de enfrente en la negociación (CCOO y UGT) amansados con la lluvia de subvenciones con las que el Estado (dirigido por los de su clase) "gratifica" continuamente las traiciones a los trabajadores.
La decisión de romper las negociaciones del sector se tomó sólo días antes, y a sabiendas de que ocurriría, la reciente ruptura de la negociación del AENC, el rebautizado pacto de las rentas, donde realmente se dilucidaba cómo iba a ser el reparto de los costes de la inflación.
De esta manera, la patronal que juega siempre con el viento a favor de la legislación, pues ésta no recoge la actualización salarial al IPC como cabría esperar por lógica, deja claro que los costes repercutirán exclusivamente sobre los trabajadores, y que si queremos impedirlo, tendrá que ser mediante el conflicto y la movilización en cada convenio, para lo cual, tendrán de su parte a los sindicatos ninguneados con la ruptura por sus amos.
Volviendo al sector TIC, la hipocresía de la patronal es tal, que llamar ruptura de negociación a un convenio que lleva más de 2 años de retraso es poco menos que un eufemismo, que de ninguna forma podemos llamar negociación, y acusar de "falta de buena fe en la negociación" es sencillamente, fariseísmo, pues es difícil creer que se tarde tanto en llegar a un acuerdo si existiese buena fe en la negociación. Una situación de bloqueo consentida por los sindicatos CCOO y UGT cuyo propósito mayor es mantener a los trabajadores desmovilizados, pues son conscientes del poder de presión que tendría una movilización en el sector. Un poder multiplicado por ser un sector transversal que afecta al conjunto de la economía, donde el despliegue de la tecnologías de la información hace imprescindibles a sus trabajadores en todos los ámbitos.
Teniendo presente el antecedente que supuso la negociación del anterior convenio, que se dilató durante nada menos que 8 años, y que tan graves retrocesos incorporó a su la firma (20% de pérdida de poder adquisitivo entonces, que ya acumula más del 30%, ambigüedad en la definición de la clasificación profesional…), la patronal es consciente del grado de sumisión y control que ejercen sobre esos sindicatos (CCOO-UGT), y que mientras estos sean los que representen a los trabajadores en el sector, no tienen nada que temer, e incorporarán cuantos recortes en las condiciones laborales se les ocurra, para legalizar las prácticas ahora ilegales que ya de por sí practican con impunidad, como las jornadas de 12 horas donde CCOO y UGT suelen mirar hacia otro lado o, como es en el caso de AYESA AT, cuando se denuncian no dudan en erigirse en abogados defensores de la Empresa y señalar al “ADN del informático” al objeto de exonerar a la Empresa de la violación de los derechos de los trabajadores.
El control del Estado por parte de la patronal es tal, que se permite incumplir sistemáticamente la legislación, entre otras cuestiones por la impunidad que le otorgan las instituciones del Estado: la Inspección de Trabajo, que o mira para otro lado o se abstiene de imponer multas en los incumplimientos de la legislación laboral en aquellos casos que al ser tan flagrantes no pueden pasar por alto y amonesta sólo por escrito, o el Poder Judicial, Hacienda, la CNMC, que dejan impune casos como el "Cártel de las consultoras", al no ejecutar las multas impuestas por los apaños confirmados durante años en la contratación pública, origen de buena parte de la privatización del sector público, por donde las empresas de consultoría desangran los presupuestos de las Administraciones hacia bolsillos privados, con la total impunidad que le confiere la protección de los jueces e inspectores del Estado a su servicio.
Por su parte, los sindicatos amaestrados de la patronal han respondido a la mofa de esta en la farsa de negociación, jugando su correspondiente papel en el sainete. Así, UGT, aunque ha hecho fingidos llamamientos a la movilización y la huelga, se lanzará a inocuos pasacalles de delegados sindicales, y tratará de evitar que los trabajadores paren la producción, no vaya a ser que se hagan conscientes de su poder y se les escapen de su control. A lo sumo, se verá obligado a hacer convocatorias de huelgas no deseadas, para a continuación dejar tirados a los trabajadores en la movilización, firmando los retrocesos que previamente tenían pactados con la patronal, y sin que la decisión de lo acordado pase por las asambleas de los trabajadores, que volverán a verse utilizados por estos sindicatos, como ocurrió con la huelga del metal en Cádiz.
¿Y qué están negociando respecto a la jornada laboral, por la que han roto supuestamente las negociaciones?
Habida cuenta del oscurantismo con el que acostumbran a llevar las negociaciones, con el fin de tratar de maquillar las turbias transacciones que se negocian, sólo podemos hacernos una idea a partir de los comunicados que presentan estos sindicatos, así como de la plataforma inicial que presentaron conjuntamente.
En el comunicado sobre la negociación publicado por UGT el pasado 27 de abril, tras la ruptura, aparte de llamamientos a una futura huelga a las plantillas, hacen un esbozo de lo que será la traición que quieren firmar. Primero critican el actual convenio, el mismo que firmaron anteriormente
Aunque aquí no ocultan que lo que firmaron fué muy perjudicial, no lo reconocían en comunicados anteriores. Posteriormente, hacen pasar por propias las reivindicaciones que la patronal desea recoger, de forma que cuando se firmen parezcan que son un logro sindical por su capacidad de negociación y presión. Concretamente, indican:
Como resultó en el anterior XVII convenio, los cambios que se realizarán en este otro vendrán a perjudicar a los trabajadores, habida cuenta de la falta de presión real que estos sindicatos ejercen. En la propia plataforma de partida presentada para la negociación por los sindicatos se incluye todo un arsenal de nuevo articulado donde pretenden legalizar la prestación de servicios 24x7. La turnicidad, guardias, nocturnidad, trabajo en festivos, van a ser parte de la bajada de pantalones que estos sindicatos van a firmar, donde se eliminará la voluntariedad para hacer horas extras, y se rebajaran las compensaciones que actualmente marca el convenio (1,75 por hora) sustituyéndolas por la regulación de nuevas jornadas a turnos, con compensaciones inferiores.
Es de esta forma es como darán cabida a la propuesta de la patronal de trabajar 12h., vendiéndolo el resultado de su traición como un muro de defensa que ha contenido en parte estas pretensiones, y que venderán como la consecución de sus reivindicaciones sindicales, que casualmente benefician a la patronal.
Un ejemplo similar de recorte que nos venderán como logro, como la propuesta de compensación de los sindicatos para los sábados, fines de semana y festivos del 1,25 por hora, que proponen como alternativa a la propuesta de la patronal de trabajar gratis los sábados. Ambas cuestiones vienen a formar parte de ese teatro donde la patronal pide más de lo que quiere firmar, para dejarles a los sindicatos traidores vender lo anteriormente pactado como un logro al frenar unas pretensiones infladas.
Queda patente cómo los gobiernos, así como las instituciones del estado, están compuestos por miembros de la clase económica dominante, o personas corrompidas por ellos, con lo que tanto leyes, jueces, árbitros e inspectores están al servicio de sus intereses de clase. El control abarca además a los denominados sindicatos mayoritarios, que por la vía de las subvenciones se aseguran que no morderán la mano que les da de comer, y así gestionarán con ellos la pérdida de las condiciones laborales, con cada convenio, o reforma que negocien, a cambios de prebendas hacia esa aristocracia obrera. Y lo harán con supuesta apariencia democrática pero donde los trabajadores no votarán la decisión última.
El panorama es el descrito, y la perspectiva de la clase trabajadora con este modelo sólo puede ir empeorando, pues además la actual situación de desarrollo tecnológico ya está dejando sin empleo a miles de trabajadores, frutos de la automatización y robotización de cada vez más sectores, y que terminará afectando también al sector TIC. Si los trabajadores queremos que esos avances tecnológicos repercutan en el bienestar de la mayoría de la sociedad, tendremos que dar la vuelta al actual estado en la negociaciones, y para ello debemos repudiar a los sindicalistas que se presentan a las elecciones sindicales por esas siglas corrompidas, y dar el paso personalmente cada uno de nosotros, para de manera organizada conformar candidaturas alternativas que los desbanquen de nuestros centros de trabajo primero, y posteriormente de las mesas de negociación sectoriales, y cambiar las actuales negociaciones del mal menor, por negociaciones respaldadas por la movilización y la huelga. En nuestras manos está.
Alternativa Sindical de Clase (ASC)