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El que observa, el vigilante
Llega un momento en el que acallas la mente y te dedicas a observar. Eres consciente de tus movimientos, de tu posición corporal y tus pensamientos desaparecen. Puedes, por fin, escuchar los sonidos de tu alrededor, tu respiración, y, entonces, la haces más profunda y pausada. Ya no eres tú, eres el vigilante.
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