Rodríguez va a ser la cabeza visible de una fuerza electoral muy potente en el futuro cercano. No hay que ser muy listo para vaticinarlo. Será un político relevante en España y ostentará importantes cuotas de poder. Pero nadie le va a restituir lo más básico: nadie le va a pedir perdón. Demasiado obrero, demasiado mal vestido, demasiado clase baja. Y aunque consiga mucho, que lo logrará, ¿quién restituye el honor de un tipo que fue un diputado brillante pero fue pateado por la puerta de atrás del Parlamento?
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