No lo tiene fácil Alberto Núñez Feijóo. Ni siquiera su condición de gallego es suficiente para conciliar de forma creíble una estrategia que satisfaga a los votantes que flirtean con Vox, a los liberales que adoran a Isabel Díaz Ayuso, a los moderados que votan al PP gallego o andaluz y a la tarea de ganar peso en Catalunya. Todo en todas partes al mismo tiempo resulta desconcertante.
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