Antes de Einstein, ya sabíamos a nuestra manera que el tiempo era relativo. El dolor o el aburrimiento lo hacen lento hasta la desesperación. Otras veces es el propio tiempo el que parece dilatarse y, aunque las cosas avanzan, avanzan dentro minutos y horas elásticos que se estiran sin pasar al momento siguiente. Creo que parte de la peculiaridad del verano y el calor es esa sensación. Aunque sabemos que sí habrá un mañana, se pierde la sensación de trascendencia. Es un acierto que la actividad política quede en funciones vegetativas (...)
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