La enquistada permisividad con la irregularidad urbanística ha mostrado su peor cara en El Palmar, Zahora y Los Caños: puntos de alto estrés hídrico e interés turístico... construcciones ilegales: núcleos que “carecen, en gran medida, de suministro, saneamiento y depuración del agua, servicios que necesitan sus poblaciones (multiplicadas por cinco en verano) para uso en viviendas, restauración y hostelería”... viene ocurriendo desde hace más de 25 años, sin que ningún responsable político haya podido/querido solucionarlo.
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