La discusión entre el bien y el mal no se queda nunca en un jardín teórico. Resulta imposible separar el pensamiento, el derecho y la justicia de la vida propia y de la vida de los demás. Lo que han visto nuestros ojos es tan importante que sus huellas tristes o felices nos deben hacer dudar de nosotros mismos cuando pretendemos cerrar los ojos ante lo que pasa. Los periódicos y los informativos se llenan de catástrofes, dolores y malas noticias; casi nunca hay espacio para hablar de las humildes cosas alegres, el atardecer del sol que cae…
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