Feijoo llega a la presidencia de la Xunta en pleno estallido de la burbuja inmobiliaria. Y entra con las tijeras en la mano. Los presupuestos se reducen año tras año, se mira cada euro que se gasta en sanidad y educación. Jueves tras jueves, los consellos terminan sin inversiones. La llegada de Rajoy a la Moncloa no hace más que endurecer la política de ajustes. Los esfuerzos tienen su recompensa, las cuentas se van equilibrando poco a poco y al cabo de unos años Feijoo puede cumplir la promesa de bajar algunos impuestos.
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