La evolución del sistema capitalista y sus implicaciones en el imperialismo en el que vivimos, tejen una inmensa red de intereses comerciales, un entramado globalizado y de interminables ramificaciones, que finalmente permiten que un supuesto derecho fundamental, incluso bendecido por la Constitución, pase a ser un asiento mercantil más dentro de la estructura contable de inmensas empresas, como BlackRock, que son además fondos de inversión en los que participan otras empresas de importancia estructural como bancos (Caixa, Santander, BBVA).
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