Hoy insignes integrantes del partido ultra como Espinosa de los Monterios, Rocío Monasterio o Javier Ortega Smith andan todo el rato dando lecciones de buena gestión y de cómo se deben manejar las cuentas públicas de un país. Se jactan de ser grandes economistas, presumen de ser brillantes gestores y acusan al Gobierno socialista de manirroto, de malgastador e incompetente. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuando se trata de poner la lupa sobre los libros de contabilidad de Vox, los números no cuadran al céntimo.