Gracias a estos casos ocasionales de clásica polarización partidista, los funcionarios electos y los medios de comunicación pueden reclamar al menos alguna base para su frenética insistencia en que un abismo titánico separa a los dos partidos. La presencia constante de la agitación bidireccional de la Guerra Cultural puede aumentar esta impresión -sobre la cual siempre se vuelve existencialmente crucial que uno u otro partido llegue al poder en las próximas elecciones.
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