Significado: Da a entender que, en cualquier asunto, no todo es fácil ni placentero. Se dice esta frase proverbial cuando queremos expresar que a veces no todo es fácil ni bueno ni ventajoso, sino que también hay cosas difíciles o trabas que impiden que podamos hacer las cosas con facilidad. Se emplea también para indicar que algo no es como lo imaginábamos.