Por lo que ha trascendido hasta el momento ninguno de los testigos aportó nada nuevo a la causa, al menos nada importante y definitivo como para procesar a la primera dama por tráfico de influencias. Ni confesiones sobre maniobras ilegales, ni documentos comprometedores, ni cobro de mordidas o comisiones, ni chanchullos de ningún tipo. Desde fuera del juzgado, la sensación que nos llega es que se trató de un máster más de la Complutense, como otros muchos que se organizan cada año en el campus.
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