El verano de 2012 marcó un punto de no retorno para la economía española. Fue entonces cuando la prima de riesgo se disparó por encima de los 600 puntos básicos y el espectro del "rescate", al modo de una intervención doméstica tan brutal como la vivida en Grecia, se apoderó de la prensa. ¿Quedaría España supeditada a la dirección de la troika? No, o al menos no del modo imaginado. España sí sufrió un rescate, pero uno bancario. Un matiz que implicaba un enorme desembolso público.
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