1939: Europa bajo presión. A pesar del miedo a la nueva guerra mundial, tras la invasión de Polonia, Inglaterra y Francia declaran la guerra a Alemania. No había marcha atrás, Estados Unidos también se decidió después. Defendimos nuestro modelo de convivencia y no coacción para solucionar conflictos.
También cometimos errores “antidemocráticos” contrarios a nuestro modelo de derechos y libertades: Japoneses y Alemanes o descendientes de ellos, sin otra razón más que la etnia o el lugar de nacimiento, fueron confinados en Inglaterra y Estados Unidos (no solo), recluidos en edulcorados campos de concentración, durante toda la guerra.
2022. Europa Occidental apoya a Ucrania en su defensa contra la invasión rusa de su territorio. Pensamos que debemos ayudar y avanzamos en apoyos financieros, armas, entrenamiento a Ucrania, y medidas económicas de presión a Rusia.
Naciones geográficamente más cercanas al conflicto elevan el tiro y proponen limitar la presencia de turistas rusos en Europa, lo que en la práctica supone trasladar a los ciudadanos la culpa del gobierno de Putin por sus actos criminales.
Mi mujer es rusa. Nos enamoramos hace tres años y nos casamos. Vivimos aquí en España. Ella habla con su madre por WhatsApp todos los días y no hablan de la guerra, es mucho el dolor para abrir la herida todos los días. No hace mucho me contó que una amiga maestra había desaparecido a los dos días de explicar a sus alumnos infantiles que la guerra no es buena.
A veces está triste. Creo que es el corazón roto por tener a su familia y seres queridos allí y no poder verlos y abrazarlos como le gustaría, para volver aquí después, libremente, con tranquilidad. Ella siente la perspectiva de los ciudadanos de Rusia, también la de España, donde vivimos, y las tensiones y limitaciones económicas y culturales por ser Rusa, aquí en España.
Las presiones económicas a los Rusos en Europa existen desde el inicio de la guerra para personas que no deberían tener ese castigo. De nuevo, otro “a priori”: les colocamos el título de “oligarcas” a todos, y el prejuicio de que su dinero no es limpio, para limitar el derecho a usarlo. Muchos tienen que hacer malabares para pagar la luz, la compra, y otros, sencillamente, no pueden.
Ahora, además, les queremos limitar sus accesos y salidas a Europa...
¿Por qué no meterlos en un campo de concentración cuando vengan aquí? A lo mejor podemos empezar por algo más sutil: ¿Qué tal ponerles una “Z” en el pecho, a todo ruso en Europa, como sombría actualización de la política nazi con la estrella judía? La nueva norma podría ser como aquel reglamento nazi actualizado a 2022: "La Z, eslogan del tamaño de una mano y hecha de tela con la bandera rusa, con la inscripción en negro 'ruso' deberá ser visible portándose cosido a la izquierda del pecho", luego ya sabemos donde va ese camino.
¿Hasta dónde puede llevarnos la disconformidad con un gobierno para convertirla en un castigo a los ciudadanos de su país? ¿Puede nuestra democracia bendecir esta acción?
¿Es lícito trasladar a los ciudadanos la responsabilidad por lo que hace su gobierno?
¿Acaso no deberíamos empezar aquí con nosotros mismos, en Occidente, y autoexigirnos nuestra propia responsabilidad ciudadana, puesto que elegimos por elecciones a los gobiernos, y por eso somos más responsables sobre los dirigentes que elegimos y su compromiso con el bien común?
En resumen, … ¿Por qué no buscamos mejores opciones que dependan de nosotros e impacten en quien crea guerra y sufrimiento, antes de condenar a inocentes?