Así lo pudo constatar Misao, una anciana de 87 años que vive en una localidad rural de Japón. en cierta ocasión encontró una gata en la calle y decidió llevarla a casa para alimentarla y empezar a cuidarla.
Le puso de nombre Fukumaru y desde entonces se volvieron inseparables.
Una estudiante invidente de Fisioterapia de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se gradúa junto a su perra guía que la ha acompañado durante los cuatro años de carrera.