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La Cruz de Ervigia, leyenda de Toledo
Cuenta la tradición que el infortunado Witiza cuando se hallaba agonizando, tendido en el suelo sin amparo ni sostén de nadie y sin más medicina que una hidra de barro para apagar la sed de su fiebre mortal, sintió que le volvía la vista a sus vaciados ojos, y dirigiéndola a un lado vio la cruz que arrebató de manos de Ervigia, erguida sobre el mosaico alejandrino de aquel pavimento; escucho también los sonidos metálicos que aquella insignia arrancó de peña en peña cuando la arrojó a las profundidades del rio, y le pareció sentir que la sangre
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