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La Escuela de Salamanca lo vio venir
La justificación más bella del mercado libre que conozco es de naturaleza teológica. En sus Disputationes de justitia et jure, publicadas en 1642 en Lyon, el cardenal español Juan de Lugo (1583-1660) escribió que el “precio justo” depende de tantos factores que solo Dios lo puede conocer.[1] (San Alfonso María de Ligorio, el fundador de la orden de los redentoristas y santo patrón de los confesores y teólogos morales, consideraba a Lugo el teólogo más importante tras Santo Tomás de Aquino).
Algunos años antes, otro jesuita español (y miembro de la llamada “Escuela de Salamanca”), Juan de Salas, concluía en sus Comentarii in secundum secundae D. Thomae et contractibus (Lyon, 1617) que los factores que contribuían a un precio concreto eran tan complejos que “solo Dios, no el hombre, puede entenderlos exactamente”.[2]
En la teología de los escolásticos de Salamanca, el “precio justo” era por tanto equivalente al precio del mercado, que resultaba naturalmente de las interacciones entre compradores y vendedores. Los intentos de establecer un “precio justo” para reemplazar un recio natural del mercado, ya fuera por autoridades civiles o eclesiásticas, se veía con un profundo escepticismo: ¿no eran esos intentos usurpaciones del conocimiento de Dios?
¿Por qué hablar hoy de la Escuela de Salamanca? ¿Cuál es la importancia de las divagaciones de un pequeño grupo de jesuitas y dominicos españoles de los siglos XV y XVI, especialmente cuando tratamos de entender nuestros actuales aprietos económicos? (Como dice un antiguo refrán polaco: ¿qué tiene que ver el jengibre con los molinos?)
La respuesta a esta pregunta es más sencilla de lo que podría parecer en principio........
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www.miseshispano.org/2015/04/la-escuela-de-salamanca-lo-vio-venir/
Algunos años antes, otro jesuita español (y miembro de la llamada “Escuela de Salamanca”), Juan de Salas, concluía en sus Comentarii in secundum secundae D. Thomae et contractibus (Lyon, 1617) que los factores que contribuían a un precio concreto eran tan complejos que “solo Dios, no el hombre, puede entenderlos exactamente”.[2]
En la teología de los escolásticos de Salamanca, el “precio justo” era por tanto equivalente al precio del mercado, que resultaba naturalmente de las interacciones entre compradores y vendedores. Los intentos de establecer un “precio justo” para reemplazar un recio natural del mercado, ya fuera por autoridades civiles o eclesiásticas, se veía con un profundo escepticismo: ¿no eran esos intentos usurpaciones del conocimiento de Dios?
¿Por qué hablar hoy de la Escuela de Salamanca? ¿Cuál es la importancia de las divagaciones de un pequeño grupo de jesuitas y dominicos españoles de los siglos XV y XVI, especialmente cuando tratamos de entender nuestros actuales aprietos económicos? (Como dice un antiguo refrán polaco: ¿qué tiene que ver el jengibre con los molinos?)
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