No te retires, Superman

—Ya no vale la pena— se quejaba Clark Kent.

—No puedes dejarlo. La gente cuenta contigo —respondió Mercy Graves, su aliado y a veces ayudante.

  Superman negó con la cabeza.

—Antes la gente seguía al héroe. Quería imitarlo. El héroe era un ejemplo para todos. Nunca pensé que fueran a sustituir al héroe por la víctima. Ahora rinden culto a las víctimas, ¿no te das cuenta?

—Bueno, ¿y qué? —repuso Mercy.

—Pues que cualquiera puede ser víctima. No tiene ningún mérito...

—¿Y por qué no te haces Supervíctima? —propuso Mercy.

—No me fastidies...

—¿Por qué no? Podría funcionar. Es mejor que retirarse...

—No, no lo creo —negó Kent.

—¿Quien se atreve hoy a atacar a una víctima de algo? ¡Serías invulnerable!

—No sé...

—¡Y siempre hay sitio para una víctima más! —insistió Mercy.

—Lo pensaré —zanjó Superman, poco convencido.